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Índice de desarrollo humano (ONU). 2004
La ONU ha presentado el informe anual sobre el desarrollo humano de los países del mundo del Programa para el Desarrollo (PNUD), con información mayoritariamente referida a 2002. Entre sus resultados destacamos.
España pierde una posición (superada por Nueva Zelanda) y ocupa el lugar 20 del mundo en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), indicador sintético que recoge la influencia de la esperanza de vida, índice de escolaridad y PIB per cápita, obteniendo una puntuación de 0.922 (máximo posible 1.000), pero sube cuatro centésimas frente al año anterior. Nuestro país ha ido mejorando de forma gradual en este indicador desde los 0.836 de 1975 hasta los 0.922 actuales (10% en 27 años) y se encuentra por delante de Italia y cerca de los valores de Alemania, aunque todavía resulta ser el cuarto peor de nuestro entorno, sólo superando a la citada Italia, Grecia y Portugal.
A la cabeza de este indicador se encuentran Noruega, Suecia y Australia; en el otro extremo: Sierra Leona, Níger y Burkina Faso (antigua Alto Volta). Los últimos 24 países son africanos. Haití es el país americano peor situado y Yemen ocupa ese lugar entre los asiáticos (no hay datos para Afganistán).
El estudio recoge 177 países, de los cuales 35 presentan un Índice de Desarrollo Humano inferior a 0.50 (dos asiáticos, un americano y el resto africanos)
Desde 1975, han mejorado significativamente bastantes países, sobre todo los situados en valores medios del Índice. En concreto se observan aumentos muy significativos del Índice en los grandes países asiáticos (China e India), en varios estados árabes (en especial: Túnez, Siria, Argelia, Egipto, Marruecos) y en países de reciente industrialización (Singapur y Corea entre los consolidados y Malasia e Indonesia entre los que están en vías de desarrollo). De los europeos occidentales las evoluciones más brillantes se dan en Irlanda y Portugal.
En el otro extremo, los países de desarrollo humano bajo han mejorado poco, sobre todo los de África, detectándose crecimientos muy pobres en lugares como el Congo, Kenya o Cote d’Ivoire, e incluso descensos en Zimbabwe, Zambia o la República Democrática del Congo.
En cuanto a los indicadores parciales, la esperanza de vida al nacer se mueve entre los 81,5 años de Japón y los 32.7 de Zambia. España, con 79,2 años se encuentra en un lugar muy destacado por delante de países que le superan en el Índice, como Noruega, Australia, Holanda, Bélgica, Estados Unidos, Irlanda, Suiza, Reino Unido, Finlandia, Austria, Francia, Dinamarca, Nueva Zelanda o Alemania. Los países de la OCDE presentan una media de 77 años de vida. Por debajo, el conjunto de países menos adelantados no llegan a 51 años como media (46.3 en el África Subsahariana).
El índice de educación se mueve entre el 99% de Noruega, Suecia, Bélgica, Australia, Holanda, Dinamarca, Finlandia, Reino Unido y Nueva Zelanda, hasta el 16% de Burkina Faso y el 18% de Níger. España presenta también un valor destacado (97%) situándose por delante de países que le superan en el índice, como Islandia, Japón, Suiza, Francia; Austria, Luxemburgo o Alemania, y en la media de los países de la OCDE de ingresos altos. Estas cifras contrastan con el 49% de media de los países menos adelantados.
El PIB per cápita se mueve entre los 61.190 $ de Luxemburgo hasta los 520 $ de Sierra Leona en términos de paridad de compra, es decir, una distancia de más de 117 veces entre el primero y el último. España aquí tiene un valor algo menos destacado (21.460 $) y es superado por Italia, Singapur o Emiratos Árabes, que se sitúan por detrás en el Índice. Los países de desarrollo humano bajo no superan los 1.200 $ como media, mientras los de mayores ingresos alcanzan los 29.000 $.
Complementario al índice de Desarrollo, se elabora un Índice de Pobreza Humana, que llega a casos extremos en Burkina Faso, Níger, Malí, Etiopía y las dos Rhodesias (Zambia y Zimbabwe).
Entre los indicadores parciales que conforman este último índice se señalan la probabilidad al nacer de no sobrevivir hasta los 40 años de edad (que llega a ser superior al 50% en Botswana, Swazilandia, Lesotho, Zimbabwe, Rwanda, Cote d’Ivoire, Malawi, Zambia, República Centroafricana, Mozambique, Burundi y Sierra Leona), la tasa de analfabetismo adulto (superior al 70% en Malí, Burkina Faso y Níger), la población sin acceso a fuentes de agua mejorada (más del 60% en Omán, Camboya, Laos, Mauritania, Angola, Chad y Etiopía) y el porcentaje de niños menores de cinco años con peso insuficiente (por encima del 45% en la India, Camboya, Bangladesh, Nepal, Yemen, Etiopía y Burundi).
También se informa sobre el porcentaje de población que vive con menos de dos dólares al día, que llega a superior al 85% en Nigeria, Zambia, Burundi, Malí y Níger.
Dentro de los países de alto desarrollo humano, donde evidentemente no se dan estos extremos, la distribución de la riqueza (medida por el coeficiente de Gini) es muy equilibrada en Noruega, Suecia, Bélgica, Japón, Finlandia y Dinamarca, así como algunos países de Europa Oriental (República Checa, Hungría o Eslovaquia). España se sitúa en un nivel medio con Canadá, Holanda, Suiza y Francia, por delante de Estados Unidos, Australia, Irlanda, Reino Unido y Nueva Zelanda, pero con peor distribución que Eslovenia, Croacia, Macedonia, Albania, Bosnia o Ucrania.
La distribución de la riqueza está especialmente desequilibrada en Namibia, Botswana, Swazilandia, Lesotho, República Centroafricana y Sierra Leona.
En general, el informe vuelve a incidir en la enorme injusticia que supone el reparto de la riqueza en el mundo, donde el 1% de la población más rica posee tanto como el 58% de los más pobres.
El informe también relaciona un inmenso número de indicadores parciales de desarrollo relacionados con las tendencias demográficas, salud y supervivencia, educación, tecnología, magnitudes económicas, actividad pública, mercado de trabajo, medio ambiente, situación de la mujer y derechos humanos.
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