Según la Contabilidad Nacional Trimestral publicada por el INE, el Producto Interior Bruto (PIB) generado por la economía española en el segundo trimestre del año, en términos de ciclo-tendencia, ha registrado un crecimiento real del 3,0% con respecto a igual periodo del año anterior, tasa tres décimas inferior a la del trimestre pasado. Esta caída por cuarto trimestre consecutivo, confirma la desaceleración de la economía española.

Desde la óptica de la demanda se destaca el sostenimiento de la aportación de la demanda interna en tasas similares al anterior trimestre (2,9%), y es en la evolución de la demanda externa donde hay que buscar las principales razones del menor crecimiento global. En particular se detecta una intensa desaceleración de las exportaciones, no compensada por el menor descenso del ritmo de las importaciones. La estabilidad de la demanda interna se produce como consecuencia de comportamientos dispares de sus componentes: mientras que el gasto en consumo final reduce su crecimiento, se acelera la demanda de inversión en capital fijo.

Por ramas, decae el dinamismo de la agricultura, la industria y los servicios, y sólo la construcción aumenta su vigor en base a la obra civil, dado que la edificación residencial continúa su trayectoria desacelerada iniciada el año pasado.

El empleo total, medido en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, sitúa su crecimiento interanual en el 2,6%, cuatro décimas menos que en el periodo precedente. Como consecuencia de estas evoluciones, se produce un incremento de una décima en el crecimiento de la productividad aparente del factor trabajo (0,4% interanual).